Pedro Ferré
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Pedro Ferré (Corrientes, 29 de junio de 1788 — Buenos Aires, 21 de enero de 1867) fue un militar y político argentino, tres veces gobernador de la provincia en que nació y convencional en la elaboración de la constitución argentina de 1853. <°))))>< (pesesito)
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[editar] Juventud
Ferré estudió la carrera militar; hijo del carpintero Juan Ferré, aprendió de este el oficio, y dejó las armas al concluir sus estudios para ayudarlo en sus labores. En 1821 participó de la convención convocada para organizar la provincia y, por su destacado desempeño, lo nombraron alcalde en 1822. Dos años después, el 27 de diciembre de 1824, fue elegido Gobernador Intendente de la provincia por primera vez y por un periodo de cuatro años. Sería luego reelecto para un nuevo mandato.
[editar] Obras de Gobierno
Durante su mandato introdujo la imprenta en la provincia, comenzó la impresión de papel moneda, creó el Consejo de Educación de la provincia, y promovió la industria, el puerto y la agricultura.
En cada cabecera de departamento se fundaron escuelas de primeras letras y decretó la vacunación obligatoria. Fundó y delineó las ciudades de Mercedes y Bella Vista. El 16 de febrero de 1841, durante su tercer mandato, fundó la efímera Universidad Superior de San Juan Bautista, el más remoto antecedente de la Universidad Nacional del Nordeste.
[editar] La política poblacional y el trazado de los límites provinciales
La antigua región de las Misiones había desaparecido virtualmente para cuando Ferré asumió como gobernador; las Misiones Orientales se habían repartido entre el Brasil, que en 1801 tomó posesión de los Siete Pueblos, y la Banda Oriental, mientras que la región septentrional se había integrado en territorio paraguayo. Tras la disolución de la efímera República de Entre Ríos que se había organizado bajo el liderazgo del supremo Francisco Ramírez, el resto del territorio se hallaba bajo el control de Entre Ríos. La situación de virtual anarquía en que se encontraba la región meridional llevó en 1823 a los cabildos de los principales pueblos de la región —San Miguel, Loreto y San Roquito a cursar pedido a la gobernación de Corrientes de anexarse a la misma, ignorando así la autoridad de Félix de Aguirre, el administrador del territorio.
La nota del cabildo de San Roquito, capital de la región, rezaba
en reunion general para tratar sobre nuestra suerte venidera, en virtud de hallarnos sin protección alguna por no haber Autoridad ni Gefe reconocido en Misiones de donde hemos dependido, por lo que nos consideramos huerfanos y libres de las obligaciones (...) y debiendo unirnos y vivir en sociedad con otros pueblos para poder sobrevivir (...) hemos resuelto todos decididamente por un convenio general unirnos a la Provincia de Corrientes, sugetarnos a su gobierno superior y estar obedientes a las leyes queriendo vivir en union con nuestros hermanos los Correntinos y componer una sola familia.
Aguirre se manifestó en contra, del mismo modo que lo haría cuando San Miguel y Loreto hiciesen pedidos similares. La coyuntura, con la inminente Guerra del Brasil ocupando a los gobernantes, hizo que la cuestión se difiriera. El conflicto se reavivó brevemente por el incidente del Rincón de la Merced, en el noreste del actual territorio correntino; el Tratado del Cuadrilátero había colocado bajo dominio correntino ese área, históricamente ocupada por los guaraníes de las Misiones. Aguirre desconoció los términos del tratado, nombró un comandante militar para Yapeyú y reemplazó al de Monte Caseros; Ferré respondió dictando un bando en el que informaba que los territorios al occidente del río Miriñay competían a su gobierno, y ordenando a las milicias con sede en Curuzú Cuatiá que desalojasen al nuevo comandante. El inicio de las hostilidades contra el Brasil interrumpió el conflicto, y el 27 de agosto de 1825 Aguirre cedió a las exigencias de Ferré.
Aguirre se puso al frente de las tropas misioneras en la guerra, y Ferré envió fuerzas para fortalecer su posición. Las acciones parecieron sonreir a Aguirre, que en marzo de 1826 derrotó en la batalla del Paso de Itaquí a los imperiales; sin embargo, unos meses más tarde fue derrotado por Bentos Manuel Ribeiro en la batalla del Paso del Rosario, y Ferré debió acudir en su ayuda. La presencia de las tropas correntinas, acontonadas sobre el río Uruguay para prevenir ulteriores avances de los brasileños, fue una baza crucial en la delimitación posterior del territorio. Los cabildos del interior reiteraron sus pedidos, y Ferré envió fuerzas para asegurar el apoyo de los locales, que deseaban desconocer a Aguirre. Este, que se había replegado en Mandisoví para reorganizar a su tropa, fue apresado por uno de sus ex-subordinados, Mariano Aulestia, que reconoció la autoridad de Ferré el 14 de enero de 1827.
No todos los misioneros adoptaron esa misma postura; oficiales del ejército de Aguirre, capitaneados por Agustín Cumandiyú y Gaspar Tacuabé, se rebelaron contra la ocupación correntina. Ferré envió 400 hombres contra los insurrectos; retomaron San Roquito e hicieron frente a las tropas de Cumandiyú y del reaparecido Aguirre. El 12 de noviembre de 1827 se produjo el encuentro decisivo, librado a orillas del arroyo Cambay. Los insurrectos fueron batidos, y se replegaron a Tuyuné, donde las tropas correntinas los vencerían pocos días más tarde. Los caciques derrotados se refugiaron en la Banda Oriental
El dominio correntino quedó garantizado en 1830, cuando los jefes misioneros se reunieron en el pueblo abandonado de La Cruz para suscribir un pacto por el cual se repoblaría la región bajo autoridad correntina. Ferré aplicó el mismo sistema por el cual se había decidido a poblar la frontera oriental de sus dominios, fomentando la creación de estancias de mediano tamaño mediante la cesión de terrenos en enfiteusis. La formación de haciendas había permitido fundar los pueblos de Mercedes, Monte Caseros y Sauce; el mismo criterio se aplicaría en esta región. El 19 de abril se garantizó la refundación del pueblo, y el 3 de julio el Congreso provincial sancionó el régimen de enfiteusis. El terreno se ocuparía rápidamente en los años sucesivos, destinándose a la plantación y la ganadería extensiva; la enfiteusis regiría durante las tres décadas venideras, hasta que en 1860 su propiedad definitiva se resolvería en subasta.
Como en el caso de la enfiteusis aplicada por Bernardino Rivadavia en la década precedente, el proceso no careció de irregularidades. En principio, conminaba a los titulares de derechos sobre las tierras de la región a presentarse en un plazo de seis meses para hacer valer los mismos, sin lo cual quedarían a disposición del gobierno de la provincia para que las arrendase; sin embargo, muchos de los propietarios estaban exiliados por haberse enfrentado con Ferré. Sus tierras fueron reclamadas por ex-combatientes o funcionarios públicos, a los cuales el servicio prestado al gobierno eximía del pago del canon del 3% anual sobre el valor de las tierras que la ley exigía. Entre ellos y otros estancieros, un centenar de terratenientes denunciaron el terreno de las antiguas Misiones, ocupándolo casi por entero. Los primeros lugares de asentamiento fueron las orillas de arroyos y ríos, que quedaron en su mayoría en manos de la autoridad civil, militar y religiosa. Los terratenientes curuzucuateños poblaron los alrededores del Miriñay en la primera oleada, y el ritmo sería acelerado, apenas interrumpido por los conflictos con Buenos Aires.
En 1832 una ley fijó los límites del territorio provincial, integrando de manera explícita el nuevo territorio a éste. Quedaba fuera la zona al norte del río Aguapey, que estaba ocupada por el Paraguay desde la independencia de éste. Buenos Aires, sin embargo, intentó hacer valer sus derechos promoviendo la venta de esos terrenos a colonizadores británicos; aunque tras la negativa decidida de Gaspar Rodríguez de Francia al intento porteño el gobierno central no insistió, los correntinos sí lo harían. En 1832 se inició la ocupación de la zona de la tranquera de Loreto, que paulatinamente y sin encontrar resistencia armada se extendería hasta la ciudad de Candelaria; Ferré planeaba allí la primera plantación industrial de yerba mate, y ofreció contratos beneficiosos a quienes quisieran iniciar explotaciones en la región, reservando para el gobierno provincial los antiguos huertos de las reducciones. Al mismo tiempo, estableció dos puestos aduaneros, uno en la tranquera de Loreto para los que circulasen hacia Itapúa por esa vía, y otro en Puerto Hormiguero.
La arriesgada empresa, falta de apoyo del gobierno central, fue poco duradera; en 1834 Francia despachó tropas hacia la región, y la superioridad numérica de las mismas obligó a Ferré a ceder el territorio. Los paraguayos incursionarían al sur del Aguapey hasta el inicio de la guerra del Paraguay, ralentizando la ocupación de esas tierras.
[editar] El Chaco
En 1835 suscribió un tratado de paz con los caciques de los abipones chaqueños, con los que las hostilidades habían sido constantes por las incursiones de ambos bandos en expediciones de saqueo. Ferré obtuvo de los indígenas el abandono de sus territorios en la margen correntina del río Paraná a cambio del reconocimiento de su dominio sobre el Chaco y el establecimiento de un régimen comercial libre. Los abipones, a su vez, garantizaban a Corrientes la suspensión de las incursiones sobre los pueblos costeros —en especial Itatí—, el respeto de las expediciones que cruzasen pacíficamente al Chaco, y la colaboración en la instalación de obrajes para la explotación de los ricos recursos forestales de esa margen del río.
Por el tratado se dispuso la abolición del sistema de reducciones, y Ferré distribuyó en propiedad las tierras que éstas ocupaban entre los indígenas que optaron por permanecer en Corrientes. El pueblo de Bella Vista, sobre la base de la reducción de Las Garzas, y el de Caá Catí, los acogieron. La tranquilidad permitió a la provincia comerciar provechosamente sus mercancías por los productos silvestres obtenidos por los nativos.
[editar] Batallas y representaciones
La relación de Ferré con el gobierno central, entonces a cargo del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, fue difícil y conflictiva. Un vehemente petitorio de Ferré, solicitando protección para la industria nacional, fue uno de los factores que llevaron a Rosas a sancionar su célebre Ley de Aduanas, que determinaba la prohibición de importar algunos productos y el establecimiento de aranceles para otros casos. Estas medidas impulsaron notablemente el mercado interno y la producción del interior del país. Sin embargo, el centralismo de Buenos Aires hizo ásperas las relaciones entre el caudillo y la capital.
Ferré apoyó a Genaro Berón de Astrada cuando éste llegó, contando apenas 33 años, a la gobernación de la provincia; la decisión de hacer frente a Rosas en 1939 contó con su aval, y la derrota de Berón de Astrada en Pago Largo fue un duro revés. El vencedor Pascual Echagüe, sin embargo, lo repuso al frente de la provincia. En 1840 el gobierno uruguayo de Fructuoso Rivera envió a Santiago Derqui como plenipotenciario ante Ferré para intentar de nuevo deponer a Rosas o al menos extricar las provincias litorales de su influencia. José María Paz sería finalmente el líder militar de las fuerzas aliadas, y su victoria frente a Echagüe el 28 de noviembre de 1841 en Caaguazú alumbraría esta esperanza. Sin embargo, Paz tomó luego Paraná y pretendió hacerse nombrar gobernador, con lo que Ferré le retiro su apoyo. Las circunstancias obligaron a Paz a exiliarse.
Cuando Manuel Uribe, al frente de unos 10.000 hombres, derrotó a las fuerzas de Ferré en la batalla de Arroyo Grande, desistió del liderazgo político y se retiró temporalmente al Brasil; la gobernación de la provincia quedó en manos de su yerno, el coronel Miguel Virasoro.
[editar] La unidad nacional
En diciembre de 1852, una vez vencido Rosas en Caseros con la participación de las tropas de Virasoro, fue convocado por Catamarca para ser reprentante al Congreso Constituyente de Santa Fe. Ocupó un lugar híbrido entre los constituyentes; no adhirió a su comprovinciano Pedro Díaz Colodrero y el santafesino Manuel Leiva, líderes de la facción montonera que se oponía al proyecto de constitución presentado por Juan Bautista Alberdi, pero tampoco fue partidario de los principios liberales en lo religioso e ideológico que lo alentaban. Abandonó temporariamente las deliberaciones para marchar, junto con el presidente de la convención, el salteño Facundo Zuviría, a negociar la reincorporación de los delegados porteños, que finalmente no se produjo.
En 1853 fue elegido senador. Ocuparía el cargo tres veces, por diferentes provincias: Catamarca, Corrientes y Santa Fe.
[editar] Sus últimos años
Se retiró de la vida pública en 1860. Por razones de salud vivió sus últimos años con su tercera esposa, Bárbara Ygarzabal, en Buenos Aires sumido en la pobreza. Sus restos yacen en el Cementerio de la Recoleta.