Acteón
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En la mitología griega, Acteón (en griego Άκταίων Aktaion) era un cazador, hijo de Aristeo y Autónoe en Beocia, que sufrió la ira de Artemisa.
Artemisa estaba bañándose desnuda en los bosques cercanos a la ciudad beocia de Orcómeno cuando Acteón se topó con ella. Se detuvo y se quedó mirándola, fascinado por su belleza arrebatadora. Cuando le vio, Artemisa le transformó en un ciervo por su desafortunada profanación de sus virginales misterios, y envió a los propios cincuenta sabuesos de Acteón a que le mataran. Éstos le hicieron pedazos y devoraron sus carnes, para después buscar a su amo por el bosque, sollozando. Y en esas encontraron al centauro Quirón quien, para consolarlos, construyó una estatua de su difunto dueño.
Alternativamente, Acteón alardeó de ser mejor cazador que Artemisa, por lo que ésta le transformó en un venado que fue devorado por sus propios sabuesos.
En su obra El ser y la nada, Jean Paul Sartre establece lo que denomina complejo de Acteón, que resume como la perversión de orden psicosexual (la mirada curiosa y lasciva) cuya sublimación desencadena el estímulo de toda búsqueda. En este sentido, advierte que se diferencia del voyeur tradicional en que es la búsqueda y no tanto el encuentro lo que caracteriza el complejo.
[editar] Referencias
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