Focas (emperador)

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Retrato de Focas en una moneda contemporánea

Flavio Focas Augusto, emperador bizantino entre 602 y 610, es quizá una de las figuras más siniestras que hayan llevado el título imperial en toda la historia de Bizancio. Arrebató el trono al emperador Mauricio, y fue a su vez destronado por Heraclio.

No se sabe casi nada de su vida anterior a su subida al poder. Era posiblemente de origen tracio. Hacia el año 600, servía como oficial del ejército en los Balcanes y parece ser que era considerado un líder por sus compañeros de armas, ya que fue elegido miembro de una delegación enviada por el ejército ese mismo año a Constantinopla para exponer sus quejas acerca del comandante Comentiolus. Las reclamaciones de la delegación fueron rechazadas, y, según varias fuentes, el propio Focas fue insultado y humillado por destacados oficiales de la corte.

En 602, Mauricio ordenó al ejército de los Balcanes, por entonces en campaña contra los ávaros, que pasara el invierno al norte del Danubio. El ejército se rebeló y marchó hacia la capital, con Focas a la cabeza. En el plazo de un mes el poder de Mauricio se desvaneció, y las diferentes facciones de Constantinopla aclamaron a Focas como emperador. Mauricio intentó huir, pero fue capturado y ejecutado, al igual que sus cuatro hijos menores. No obstante, Focas dio cristiana sepultura al cadáver de su predecesor.

El reinado de Focas fue al principio bien recibido porque bajó los impuestos, que habían subido durante el mandato de Mauricio. Pero tuvo que hacer frente a una fuerte oposición, pues era visto por muchos como un usurpador, ya que su subida al poder había sido el primer cambio violento de régimen desde la fundación de Constantinopla por Constantino. Según las fuentes, reprimió la oposición con crueldad, asesinando a miles de personas con el fin de mantenerse en el poder. Es posible que el número de sus víctimas haya sido exagerado, ya que la mayor parte de los relatos sobre su reinado fueron escritos durante el gobierno de sus sucesores, interesados en ennegrecer la reputación de Focas.

Columna de Focas, el último monumento erigido en el Foro de Roma (1 de agosto de 608).

En su honor se levantó el último monumento erigido en el Foro de Roma. Focas, que siempre tuvo buenas relaciones con el Papado, cedió al Papa Bonifacio IV el Panteón para su uso como iglesia. En agradecimiento, el Papa ordenó levantar en el Foro la Columna de Focas, que lleva en la base una inscripción en honor del emperador. Esta columna se mantiene todavía en pie.

Durante el reinado de Focas las fronteras tradicionales del Imperio comenzaron a derrumbarse. Los Balcanes, que habían sufrido durante años las incursiones de ávaros y eslavos, quedaron desguarnecidos con la retirada del ejército del Danubio que precedió al levantamiento de Focas contra Mauricio, y los bárbaros recrudecieron sus ataques, llegando hasta Atenas. El rey persa Cosroes II, que debía su trono a la ayuda que el anterior emperador, Mauricio, le había prestado en una guerra civil, usó la muerte de su antiguo aliado como pretexto para romper su tratado de paz con Bizancio. Recibió en su corte a un individuo que pretendía ser el hijo de Mauricio, llamado Teodosio, y respaldó sus pretensiones al trono imperial. Cosroes sacó provecho del caos que siguió a la usurpación de Focas: el general bizantino Narsés había rechazado reconocer al usurpador y se había levantado en armas contra él. Cosroes estableció una alianza con Narsés; sin embargo, este último sería más tarde atraído con engaños a Constantinopla y ejecutado por orden del emperador. Privado de su mejor general, el ejército bizantino fue derrotado repetidas veces en los años siguientes.

En 608, el exarca de Cartago y su hijo, llamados ambos Heraclio, comenzaron en el norte de África una revuelta contra Focas, acuñando moneda en la que aparecían los dos con los atributos consulares (aunque no imperiales). Nicetas, sobrino de Heraclio el Viejo, invadió Egipto por tierra, al tiempo que el joven Heraclio navegaba con su flota hacia el este. Esta rebelión, unida a una inoportuna campaña lanzada por Focas para convertir por la fuerza a los judíos, causó serios disturbios urbanos en Siria y Palestina. En Antioquía, los judíos se rebelaron y asesinaron a numerosos cristianos, incluido el patriarca de Antioquía, Anastasio. Focas envió a Bonosus a reprimir las protestas y a reconquistar Egipto. La represión de Bonosus fue tan cruel que sería recordada varios siglos después, pero su ejército fue derrotado por Nicetas tras duros combates. A su vez, los persas aprovecharon la guerra civil para ocupar gran parte de las provincias orientales y comenzar la invasión de Anatolia.

En 610, el joven Heraclio llegó a las puertas de Constantinopla, y la mayor parte del ejército de Focas desertó o huyó. Algunos destacados aristócratas ofrecieron a Heraclio su colaboración, y éste entró en la capital sin encontrar apenas resistencia. Abandonado por todos, Focas fue capturado por los Excubitores y llevado a presencia de Heraclio, que le preguntó: ¿Es así como has gobernado el Imperio?. Focas replicó: ¿Lo gobernarás tú mejor?. Heraclio ejecutó y decapitó personalmente a Focas, cuyo cuerpo fue mutilado, sacado en desfile por las calles de la capital y finalmente quemado.