Isla de Sálvora
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La isla de Sálvora se encuentra en la bocana de entrada de la ría de Arousa, separada de tierra firme por una distancia de unos 3 km. aproximadamente. Ocupa una superficie de cerca de 190 Ha, y tiene una altitud máxima de 71 metros. Casi todo el perímetro de la isla es zona rocosa, a excepción de tres pequeñas playas de blanca y fina arena. En la actualidad, la isla de Sálvora forma parte de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Aguiño, creada en el año 1959. Anteriormente la isla dependía de la parroquia de San Pelayo de Carreira, la que fuera durante muchos siglos la parroquia más poblada y rica de la comarca, así como la más antigua. Aunque hoy en día está integrada en el Parque Nacional de las Islas Atlánticas, es de propiedad privada, siendo sus propietarios los señores de Otero-Goyanes, con lo cual las visitas son bastante restringidas.
A finales del primer milenio, la isla era propiedad de la Corona Gallego-Asturiana, y es cuando el Rey Alfonso II, la dona al Cabildo Catedralicio de Santiago, que la reclama con el fin de obtener recursos para su sustento. Ya en el año 1120 la isla fuera invadida por naves sarracenas que se refugiaron en ella esperando refuerzos cuando se disponían a invadir estas tierras, más la tardanza de aquella ayuda, hizo que los navíos cristianos enviados por orden del Arzobispado de Santiago se apoderasen de las naves invasoras, frenando por largo tiempo estas incursiones. A partir de entonces, esta isla desconocida comienza a ser ambicionada por la nobleza del momento. El desinterés del Cabildo Compostelano por Sálvora, hizo que a partir de esa época, los vecinos de Carreira fueran ocupando la isla para utilizarla como terrenos de cultivo, llegando a establecerse en ella permanentemente años más tarde.
En el año1770, el comerciante coruñés D. Jerónimo de Hijosa instaló por poder una fábrica de secado y salazón de pescado, que sería después el famoso pazo de Sálvora, siendo la primera factoría de salazón de Galicia. Esta aventura duraría pocos años.
Por esta isla comenzarían los pleitos en el año 1789 entre los vecinos de Carreira encabezados por su cura párroco, D. Manuel Acuña y Malvar, contra D.Vicente Caamaño Goyanes, propietario del señorío de Goyanes, Sálvora y Carreira, al obtener este una Real Cédula para instalar una pesquería de atunes que además de la isla ocuparía una concesión de cuatro leguas alrededor de ella, con lo que los marineros de Carreira quedarían prácticamente sin poder faenar en estas aguas, lo cual sería una ruina para sus economías familiares.
A principios del siglo XIX, las dificultades económicas del país hacen que los habitantes de Carreira se desplacen a la isla para trabajar como caseros de explotaciones agrícolas y ganaderas. Se consolida una pequeña aldea con ocho casas, una pequeña plaza y dos fuentes de agua potable. La población era de 60 personas y se les conocía por el nombre de la casa que habitaban.
Los caseros pagaban al amo (la familia Otero-Goyanes) la mitad de las recogidas agrícolas y la mitad del ganado nacido en la isla de su propiedad.
El único contacto con la gente de la costa lo tenían en la taberna, situada al lado del antiguo almacén de salazón, lugar donde se reunían los pescadores en días de temporal. Esa taberna se convertiría después de unos años en la Capilla de Santa Catalina, patrona de la isla. Estuvo la isla en poder del Estado Español durante 54 años, desde el año 1904 al 1958, cuando los militares la expropiaron por necesidades de defensa civil. Estos militares lo que realmente hicieron fue reparar el faro y el helipuerto, que unidos al pequeño muelle por una estrecha pista asfaltada, pasaron a ser propiedad del Estado. Después de largos pleitos, la familia Otero-Goyanes volvió a tener en propiedad el resto de la isla, junto con los islotes de Vionta, Noro y Erbosa, estando la isla libre de cargas fiscales y siendo el precio de compra al Estado Español de 1.293.758 pesetas de la época.
Poco durarían ya los colonos, que reclamados por las mejoras económicas que ofrecía la costa peninsular, decidieron irse a vivir al continente. Aún así el último habitante de la aldea se marchaba en 1972.
Con él se marchaban los recuerdos de cientos de años de vida solitaria en la isla y los recuerdos de cuando fueron nombrados héroes por el auxilio a un barco hundido, el vapor-correo "Santa Isabel", en el año 1921 y que dejaría tras de sí un rastro de 213 muertos. En fin, los recuerdos de una vida en unas condiciones especialmente duras.
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