Nuestra Señora del Rosario de Lima
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Firma y fecha: Rafa sanz 09:28 12 dic 2006 (CET)
La devoción a Nuestra Señora del Rosario es la más antigua de Lima y del Perú. Apenas fundada la ciudad de Lima, Carlos V envió esta imagen al valle del Rímac, antiguo dominio inca de Taulichusco; para 1540, ya se le tributaba culto en su iglesia, siendo notable la afluencia diaria de fieles. Su capilla y retablo era uno de los más ricos que se hallaba en estos reinos del Perú, tuvo tres lucidas cofradías, instituidas para el fomento de su culto: de españoles, indios y negros.
La celebración de los cultos se caracterizaban por la suntuosidad y boato que enriquecía la devoción a la Madre de Dios, siendo sus fiestas celebradas durante todo el mes de octubre, acudiendo notable cantidad de fieles, que venían fuera de Lima, romeros que acudían desde distantes partes del virreinato del Perú a honrar a la Virgen Santísima. Ante esta imagen oraron los santos peruanos: Rosa de Lima: recibió el desposorio místico ante ella, siendo la imagen del rosario siempre la de su predilección, San Martín de Porres también tributaba culto y reverencia a esta imagen, junto a San Juan Macías, quien en su devoción profunda a la Virgen instituyó la Fiesta del Dulce Nombre; Santo Toribio de Mogrovejo en sus constantes visitas a los pueblos fomentó la devoción a Nuestra Señora del Rosario e impulsó la fundación de cofradías bajo su patrocinio.
Arzobispos, virreyes, la nobleza y clerecía, la Ciudad de los Reyes y el virreinato del Perú, han obtenido innumerables y celestiales favores de esta extraordinaria Taumaturga del Rosario. La gran popularidad y arraigo de su devoción en todo el Virreinato fue un factor determinante para que el virrey del Perú Don Pedro Álvarez de Toledo y Leiva, Marqués de Mancera (1639-1648) que gobernó durante el reinado de Felipe IV de España de la Casa de Austria (1621-1665), eligiera a esta venerada imagen para ser Patrona de los reales ejércitos y Protectora de los Reinos del Perú. La Patria recurrió a ella en momentos difíciles, y la ciudad de Lima hizo lo propio en su oportunidad, la homenajeó y recurrió a su protección en las grandes calamidades y terremotos que la destruyeron. La fama de sus milagros y la vinculación con la santa limeña se plasmaron en numerosos lienzos, en diversos templos y lugares del Perú.
Desde mediados del siglo XVII, se celebró con pompa la fiesta principal el domingo de Quasimodo o la octava de Pascua de Resurrección, en que le rendían honores todos los poderes políticos, eclesiásticos y las milicias en pleno a esta soberana imagen, haciendo devota tomería hasta su santuario cumpliendo el juramento a defender y honrarla, implorando la protección sobre los Reinos del Perú.
Así también en la república, fue reconocida por los Libertadores José de San Martín y Simón Bolívar, quienes se postraron ante la Virgen para orar en pro de la libertad de los pueblos americanos, y como muestra de su devoción se inscribieron en su Ilustre Archicofradía. No podemos olvidar que su culto prosiguió en la República, los presidentes del siglo XIX y los primeros del XX, rindieron su homenaje a la Madre de Dios del Rosario.
La Capilla del Rosario y de Santa Rosa de Lima constituyen las joyas más preciadas de la otrora Ciudad de los Reyes, en las cuales el devoto peregrino encuentra la fuente de dicha que las miles de almas buscan en la Madre de Cristo y la esperanza de conducir la plegaria de manos de la Esposa del Señor.
Su coronación canónica se realizó en solemnísima ceremonia el 2 de octubre de 1927, que constituyó un acontecimiento sin precedentes en la historia del Perú por la magnitud del evento de glorificación a la Señora del Rosario.
La Virgen del Rosario se venera hasta hoy en su Basílica, conocida popularmente por el nombre de "Santo Domingo" Es la Reina (Canonicamente por Bula Pontificia en 1927) y Patrona de la Ciudad de Lima junto al Señor de los Milagros, Santa Rosa de Lima y San Francisco Solano.