Valido
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La figura del valido es una institución política propia del Antiguo Régimen en la Monarquía Hispánica, alcanzando su plenitud bajo los llamados Austrias Menores en el siglo XVII.
Aunque no es un cargo con nombramiento formal, el de valido era el puesto de mayor confianza del monarca en cuestiones temporales. Es importante el matiz, porque las cuestiones espirituales eran competencia del confesor real, figura de importancia política nada desdeñable. Las funciones que ejercía un valido eran las de máximo nivel en la toma de decisiones políticas, más que un consejero, pues en la práctica gobernaba en nombre del rey, en un momento en el que las monarquía autoritaria ha concentrado un enorme poder en su figura. Si el rey no puede o no quiere gobernar por sí mismo, es imprescindible el valido.
Se utilizan como sinónimos los términos favorito o privado. Conviene evitar el término primer ministro que en alguna ocasión se utilizó en la época para situar al valido por encima de cualquier otro ministro o funcionario), pero que se confunde con el concepto totalmente diferente de primer ministro en la monarquía británica, equivalente a lo que en España se llama presidente del consejo de ministros, un cargo propio de la Monarquía Constitucional o la Monarquía Parlamentaria, no existente antes del siglo XIX.
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[editar] Lo que no es un valido
No hay que confundir la institución del valido con otras:
- el regente es un cargo formal, que gobierna sólo porque el rey es menor de edad, y es un pariente próximo de éste (madre, por ejemplo) Nada impide que un regente tenga valido (Nithard lo fue de Mariana de Austria en la minoría de Carlos II)
- el virrey sustituye al rey en ausencia de éste en el gobierno de un territorio alejado. Era la forma en que se gobernaba América (donde nunca fueron los reyes) Italia o los reinos de la Corona de Aragón. Suele ser un miembro de la más alta nobleza, o un pariente del mismo rey.
- el secretario, que sólo se encarga de una parte concreta de la administración, ya que por mucho empeño que ponga un rey amante de la burocracia como Felipe II, es imposible para una sola persona ocuparse de todos los negocios de la monarquía. Los Reyes Católicos, Carlos V y el citado Felipe II gobernaron ayudados por secretarios, habitualmente letrados provenientes de las universidades, el mundo de los negocios o de la baja nobleza como Francisco de los Cobos, o Antonio Pérez.
- los consejeros de cada uno de los consejos del sistema polisinodial (clérigos, nobles, juristas).
Los validos suelen ser de una extracción social noble, pero no de la más alta nobleza, aunque son engrandecidos por el cargo.
[editar] El nacimiento de la institución
La institución del valido nace con la monarquía autoritaria. En la Castilla que vive las guerras civiles de la Baja Edad Media, es lógico que el rey busque apoyarse no en un miembro de una casa noble muy poderosa, que produciría un trato discriminatorio a las demás, y quizá no detenga su ambición en el cargo de valido. En cambio un personaje más oscuro, que le deba todo al rey y que no sea nada por sí mismo, sino por su cercanía al rey, es de mayor confianza. El el contexto del aumento del poder de la monarquía, rey y valido aumentan cada uno su poder si lo hace el otro, y de esta manera comparten intereses.
[editar] Validos por reinado
- Álvaro de Luna (nombrado Maestre de las Órdenes Militares y Condestable de Castilla) con Juan II de Castilla.
- Juan Pacheco (Marques de Villena) y luego su enemigo Beltrán de la Cueva con Enrique IV de Castilla el impotente, de cuya hija Juana la Beltraneja se maliciaba que el valido fuera el padre natural. Implicado en la guerra civil castellana, no apoyó a su presunta hija, sino a Isabel.
- Los Reyes Católicos, la regencia de Cisneros, y los reinados de los primeros Habsburgo (Carlos V y Felipe II) no presentan a ningún personaje que acapare de tal manera la confianza de los reyes.
- El Duque de Lerma y el Duque de Uceda con Felipe III. Hubo incluso el valido del valido (Rodrigo Calderón con el Duque de Lerma).
- Baltasar de Zúñiga y luego el Conde-Duque de Olivares con Felipe IV.
- El jesuita padre Juan Everardo Nithard, Fernando de Valenzuela, su hermanastro bastardo Juan José de Austria, el Duque de Medinaceli, el Conde de Oropesa (que dio nombre al motín de Oropesa o motín de los gatos de 1699) y el Cardenal Portocarrero; todos ellos con Carlos II el hechizado.
Los validos de Felipe III y Felipe IV pertenecían a dos familias rivales: los Sandoval y los Zúñiga, y las conspiraciones para deponerlos actuaban también dentro de las mismas familias. Baltasar de Zúñiga, valido sólo de 1621 a 1622, es el único que murió sin solución de continuidad en el cargo (y de muerte natural). Juan José de Austria, siempre gravitando sobre el reinado de su hermanastro, fue en varias ocasiones alejado y acercado al poder, que ocupó hasta su muerte en 1679.
El fin de todos los validos es la pérdida de confianza del rey en un momento u otro. Con peor suerte, Álvaro de Luna y Rodrigo Calderón murieron ejecutados. El Duque de Lerma terminó convirtiéndose en cardenal para escapar a una condena judicial por sus numerosos escándalos.
Del Conde Duque sus biógrafos destacan la sinceridad de su interés por la reputación de la monarquía. Pero, si no la fama póstuma, el mejor epitafio sin duda lo logró Álvaro de Luna, inmortalizado por Jorge Manrique en sus coplas:
Pues aquel grand Condestable,/maestre que conoscimos/tan privado,/non cumple que dél se hable,/mas sólo cómo lo vimos/degollado.
Sus infinitos tesoros,/sus villas e sus lugares,/su mandar,/¿qué le fueron sino lloros?,/¿qué fueron sino pesares/al dexar?
[editar] El siglo XVIII: el fin de los validos
Con el cambio a la dinastía Borbón en el siglo XVIII desaparece el uso del término valido, aunque hubo personajes de gran ascendencia sobre los reyes, comenzando con la Duquesa de los Ursinos en tiempos de Felipe V y terminando con Godoy en tiempos de Carlos IV ambiciosísimo personaje que es sin duda la figura más próxima al concepto, cuando ya el Antiguo Régimen tocaba a su fin. La madurez de la administración de la monarquía hacía que incluso en periodos de incapacidad de los reyes (la mayor parte de los reinados de Felipe V y Fernando VI) funcionase el sistema de secretarios de despacho y el Consejo de Castilla, único que quedó con funciones importantes en el sistema político. Personajes de la talla de Orry, Amelot, Patiño, Campillo, el Marqués de la Ensenada, el Marqués de Esquilache, el Marqués de Grimaldi, el Conde de Aranda, Pedro Rodríguez Campomanes, el Conde de Floridablanca y Gaspar Melchor de Jovellanos tenían cargos formales por sí mismos en el conjunto de una Administración que funcionaba institucionalmente y no pueden considerarse validos.