Castillo templario de Ponferrada
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El Castillo templario de Ponferrada (León, España) se sitúa sobre una colina en la confluencia de los ríos Boeza y Sil.
[editar] Historia
A pesar de no haber pruebas al respecto, se supone que su origen se encuentra en un primitivo castro celta, debido a que su ubicación es similar a la de otros existentes en el Bierzo.
Sin embargo es la Orden de los Caballeros Templarios la que, en el siglo XII, convierte al castillo en el grandioso monumento que es. La Orden del Temple se asienta en el Camino de Santiago en 1178, por concesión de los reyes leoneses, y la fortaleza de Ponferrada es uno de sus principales destinos. Cuando la Orden del Temple es liquidada, a principios del siglo XIV, por las intrigas del rey francés Felipe el Hermoso y la debilidad del Papa Clemente V, el castillo pasa a ser propiedad de la Corona de León y Castilla. A lo largo de los años siguientes fue cedido en diversas ocasiones a familias nobles como los Osorio y los Castro, y recuperado en otras tantas ocasiones para la Corona cuando la fortuna se mostraba adversa con la familia propietaria.
Durante los siglos XVII y XVIII el castillo fue gobernado por un Corregidor en nombre de la Corona. Los muros del castillo primitivo son derribados al finalizar la Guerra de Independencia por orden de la Regencia.
A partir de 1850 comienza un periodo de fuerte declive para el castillo: el Ayuntamiento vende los muros, arrienda el interior como zona de pastos, e incluso permite su explanación para ubicar un campo de fútbol. Por fin en 1924 se le concede el rango de Monumento Nacional, con lo que se frena el deterioro.
[editar] Descripción arquitectónica
En el recinto del Castillo, con forma de polígono irregular, se distinguen dos partes diferenciadas: la parte norte, del siglo XII, y el resto, construido a lo largo del siglo XV, con algunas obras realizadas en los siglos XIX y XX. En tiempos pretéritos el castillo estuvo rodeado por un foso, excepto en el lienzo noroccidental, donde el río cumplía esa misma función.
En el interior existe un grupo de fortificaciones del siglo XII de origen templario: los restos de una barbacana en el acceso a un patio, al que abren la torre elíptica, parte del paseo de ronda, una torre que tuvo tres pisos, la torre del Malvecino y otra torre en la que destaca una puerta de arco apuntado, de gran valor artístico.
La fachada noroeste constituye un parapeto corrido que termina en la torre del Monclín, de planta hexagonal irregular. Bajo él se abría una nueva ronda que defendía el subterráneo que unía el castillo con un aljibe, situado en una torre albarrana.
La portada principal, de mampostería, está compuesta por dos torreones que flanquean un amplio arco de medio punto. Tras este arco se alzaban las puertas de acceso al patio en el que, a la izquierda, se sitúa la torre del homenaje, desde la que se accede a la plaza de armas, hoy cubierta de escombros.
Antes de entrar en el patio hay un recinto defensivo que conduce a la torre Cabrera, situada al sur y comunicada con la primera línea defensiva del lado este, en cuyo punto medio se alza una torre semicircular, destinada a calabozos y a la comunicación con la segunda línea de defensa. El parameto continúa hacia el norte, encontrándose otra torre cuadrada, antes de acceder a la torre de Malvecino, del siglo XV.
En el patio de armas, adosadas a otra línea defensiva, se encuentran varias dependencias, como la Galería de los Azulejos, derruidas y cubiertas de escombros desde que en 1923 se volaron sus muros para la construcción de un campo deportivo.
[editar] En la actualidad
Diversas entidades públicas están haciendo un gran esfuerzo de restauración del Castillo, para devolverle, dentro de lo posible, su aspecto más imponente, y convertirlo, más si cabe, en una atracción para el turismo.