X Concilio de Toledo
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El X Concilio de Toledo fue convocado por el rey Recesvinto en el año 656.
A este concilio no asistieron obispos de la Narbonense y Tarraconense.
El concilio se abrió el 1 de diciembre de 656. La asistencia total fue de diecisiete obispos (tres metropolitanos, el de Toledo, Eugenio II, el de Braga, Fructuoso y el de Sevilla, Fugitivo), más otros cinco obispos que estuvieron representados.
En el concilio se trataron diversos temas, y entre ellos las penas por el quebrantamiento del juramento de lealtad al rey por clérigos y laicos, estableciéndose que el culpable sería secularizado o exilado. En otro canon se hace referencia al alto precio injustificado de las ventas efectuadas por sacerdotes, de esclavos cristianos a los judíos. Los obispos declararon que los clérigos que en el futuro se dedicaran al comercio de esclavos cristianos con los judíos serían expulsados de la Iglesia. Se redactaron cánones relativos a la disciplina eclesiástica y se trataron dos asuntos internos de la Iglesia: la retirada del Obispo Potamio a un monasterio y el testamento del Abad de Dumium, Recimiro que había establecido un mayor número de legados de los que podía. Destacan entre los temas tratados ciertas irregularidades de los obispos tanto religiosas como civiles.